Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Absoluta seguridad en Él

El Señor cerró la puerta detrás de Noé.
Génesis 7:16

Charles Spurgeon

Noé fue apartado del mundo, encerrado tras la puerta del arca, por medio de la mano de amor divino. La puerta de *el propósito de Dios conforme a su elección* (Romanos 9:11) interviene entre nosotros y el mundo que habita con el maligno. *No somos del mundo, como tampoco Jesús era del mundo (Juan 17:14).
No podemos entrar en el pecado de las multitudes ni divertirnos en las calles de la feria de las vanidades de El progreso del peregrino (John Bunyan, 1628-1688) junto a los hijos de oscuridad, porque nuestro Padre celestial ha cerrado la puerta detrás de nosotros. Noé no solo quedó encerrado adentro por su Dios sino con su Dios. La invitación del Señor (Pero contigo estableceré mi pacto y entrarán en el arca tú y tus hijos, tu esposa y tus nueras* Génesis 6:18 muestra con claridad que Dios mismo tuvo la intención de habitar en el arca con su siervo.
Del mismo modo, todos los escogidos de Dios habitan en él y él en ellos.¡ Cuán benditos somos al ser incluidos en el mismo círculo que incluye a las tres personas de la trinidad de Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu! Que jamás ignoremos su petición llena de gracia: ¡ Anda, pueblo mío, entra en tus habitaciones y cierra tus puertas tras de ti; escóndete por un momento, hasta que pase la ira! (Isaías 26:20) Noé estaba seguro de la promesa de Dios:* ningún mal habrá de sobrevenirte* (Salmo 91:10). Incluso el diluvio no le hizo nada, solo elevarlo hacia el cielo y el viento solamente lo llevó por su camino. Fuera del arca, todo era ruina; pero adentro, todo era descanso y paz.
Sin Jesucristo perecemos, pero en él hay absoluta seguridad. Noé estaba tan seguro adentro que jamás querría volver a salir y los que estamos en Cristo, lo estamos para siempre. Jamás saldremos de él, porque la Fidelidad eterna ha cerrado la puerta tras nosotros y nuestro malvado enemigo jamás podrá sacarnos del lugar seguro. El príncipe de la casa de  David ha cerrado una puerta que ningún humano puede abrir. Y tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta en los últimos tiempos, los que solo son nominales en su profesión de Cristo desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo en vano: Señor ábrenos ( Lucas 13:25). La misma puerta que se cierra para las vírgenes prudentes, también lo hará para las necias (ver Mateo 25:1-13).
Señor, enciérrame dentro de tu gracia.