Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

No olvidemos ninguno de sus beneficios

Oren y perseveren en oraciòn.
Efesios 6:18

Charles Spurgeon

¡ Què gran cantidad de oraciones hemos pronunciado desde el momento en que aprendimos a orar! Nuestra primera oraciòn fue por nosotros mismos, pidièndole a Dios que tuviera misericordia de nosotros y borrara nuestro pecado. Por supuesto, èl escuchò esa oraciòn, pero luego de disipar los pecados que nos cubrìan como una nube, tuvimos màs oraciones por nosotros mismos.

Hemos orado por gracia santificadora, por la gracia del dominio propio, por un renovado convencimiento de fe, para que las promesas de Dios se apliquen a nuestra vida, por liberaciòn en momentos de tentaciòn, por poder en tiempos de guerra espiritual y por ayuda y alivio en los momentos de prueba. Nos hemos visto impulsados a ir a Dios como mendigos por nuestra alma necesitada, pidiendo de manera constante por todo.
Querido hijo de Dios, da testimonio de que jamàs has sido capaz de obtener algo para tu alma excepto a travès de èl. Todo el pan que tu alma comiò ha venido desde el cielo, y toda el agua espiritual que has disfrutado fluyò desde la Roca viva: Jesucristo el Señor. Tu alma jamàs se enriqueciò sola sino que ha sido dependiente de la prodigalidad diaria de Dios. Como resultado, tus oraciones han sido elevadas al cielo por toda una gama de bendiciones espirituales.
Tus deseos son incontables pero la capacidad de Dios para suplirlos es infinita. Tus oraciones han sido tan variadas como infinitas han sido sus bendiciones. ¿Acaso no tienes razones para decir: ^Bendito sea el Señor, que ha oìdo mi voz suplicante^ (Salmo 28:6), porque aunque tus oraciones han sido numerosas, tambien han sido las respuestas de Dios. Èl te ha escuchado en el dìa de la angustia (Salmos 50:15) y te ha fortalecido y ayudado aunque lo has deshonrado temblando y dudando ante su propiciatorio.(Exodo 25:17).
Recuerda esto y permite que llene tu corazòn con gratitud a Dios que ha escuchado en su infinita gracia tus pobres y dèbiles oraciones. ¨Alaba, alma mìa, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios¨(Salmos 103:2).