Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Dolor y sufrimiento

Como agua he sido derramado, dislocados están todos mis huesos.
Salmo 22:14

Charles Spurgeon

¿Acaso la tierra o el cielo alguna vez contemplaron un espectáculo de sufrimiento, dolor y aflicción más triste que el de la cruz? En su alma y en su cuerpo nuestro Señor se sintió tan débil como si hubiera ¨sido¨derramado¨ como agua en el suelo.
Cuando levantaron la cruz y la dejaron caer de golpe en el pozo, él recibió una violenta sacudida. Cada ligamento de su cuerpo estaba muy tirante, cada nervio transmitió dolor, y ´dislocados´ están todos sus huesos. Con la presión de su propio cuerpo que lo desgarraba, el majestuoso Sufriente sintió una tensión creciente, segundo a segundo, durante aquellas seis largas horas. Le sobrevenía una sensación de vahído y debilidad generalizada, sin embargo, al mismo tiempo estaba consciente del sufrimiento masivo y de los tremendos dolores.
Cuando Daniel tuvo su ¨gran visión¨,describió sus sensaciones de la siguiente manera: ¨Las fuerzas me abandonaron, palideció mi rostro, y me sentí totalmente desvalido¨ (Daniel 10:8) ¡Cuánta más debilidad y sensación de desvanecimiento habrá experimentado el gran Profeta cuando vio la espantosa visión de la ira de Dios y luego sintió que se derramaba sobre su propia alma!.
El indescriptible dolor y sufrimiento que experimentó el Salvador habría sido demasiado para cualquiera de nosotros y la bendición de caer en la inconsciencia hubiera significado un alivio. Sin embargo en ese caso ¨fue traspasado¨ (Isaías 53:5) y sintió el agudo dolor que le provocó la espada y bebió la ¨copa¨(Mateo 26:39,RVR 1960) hasta la última gota.

¡Oh Rey de dolores! (extraño título, pero cierto,
solo aplicable a ti entre todos los reyes)
¡Oh Rey de las heridas! ¡Cómo podría sufrir por aquel,
que con dolor se entregó a si mismo por mi!
George Herbert, 1593-1633

Al arrodillarnos ante el trono de nuestro Salvador ascendido, recordemos la manera en que él preparó su trono como un trono de gracia para nosotros. Que bebamos en sentido espriritual de su copa para sentirnos fortalecidos en nuestros momentos de prueba cada vez que se presenten. Sufrió cada parte de su cuerpo físico y lo mismo debió suceder en el aspecto espiritual. Al igual que su cuerpo indemne emergió de tan grande sufrimiento y dolor a la indescriptible gloria y poder, emergerá su cuerpo espiritual del horno ardiente sin ´siquiera oler a humo¨ (Daniel 3:27).