Isaías 45:22. -Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.

Vamos a recibir misericordia

¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte?
2 Reyes 7:3

Charles Spurgeon

Querido lector, este libro fue concebido principalmente para la edificación de los creyentes, pero si aún no eres salvo, mi corazón anhela que creas y me gustaría mencionar algunas palabras que espero te sean de bendición.

Abre tu Biblia y lee la historia de los leprosos en 2 Reyes 7 y considera que su posición fue en gran medida la misma que tienes tú ahora. Si permaneces donde estás, es seguro que perecerás. Si acudes a Jesús, es probable que también mueras pero, recuerda el viejo dicho: Ël que nada arriesga, nada gana¨¿No es cierto que en tu caso tienes poco que arriesgar? Si decides permanecer en tu lugar, desahuciado y sin esperanzas, nadie tendrá lástima de ti cuando llegues a la ruina completa. Sin embargo, si vas a morir luego de procurar verdaderamente la misericordia (si esto fuera posible) serías objeto de compasión universal. Nadie que se niegue a mirar a Jesús escapa de la destrucción, y a la inversa, es probable que tengas relaciones que creen en él y son salvos. Entonces, si algunos de tus amigos han recibido misericordia, ¿por qué no tu?
Los ninivitas dijeron: ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.(Jonas 3:9). Actúa conforme a esa misma esperanza y pon a prueba la misericordia del Señor. Perecer es tan horroroso que si restara una única oportunidad, el instinto de autopreservación te haría estirar la mano para alcanzarla.
Hasta ahora estuve argumentando sobre la base de tu incredulidad, pero ahora quisiera asegurarte, de parte del Señor, que si lo buscas, te permitirá que lo encuentres. (1 Crónicas 28:9) Jesus dijo: Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo.(Juan 6:37) Si confías en él, no perecerás. Al contrario, hallarás un tesoro mucho más grande que los otros pobres leprosos que permanecen apiñados en su campamento desierto. Que su Espíritu Santo te conceda la osadía para acudir de inmediato a él sabiendo que no confiarás en vano.
Luego, cuando seas salvo, dedícate a desparramar las buenas nuevas. Tal como los leprosos lo expresaron en 2 Reyes 7. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio, y demos aviso (v9). Da a conocer las noticias para unirte a la casa del Rey. Informa a tu pastor lo que has descubierto y luego proclama las buenas nuevas por donde vayas.
Quiera el Señor salvarte antes de que hoy se ponga el sol.